[tradução do original português para espanhol por:
Luís Norberto Lourenço, Beatriz Mayor Serrano y Ana Luísa Esparza Molína]
Seguro que no fue por haber sido su profesor,
ni por habernos encontrado en repetidas ocasiones desde entonces en museos, además
de recibir el honor que el autor consideró al darme el privilegio anticipado de
la lectura de esta antología de sus escritos y de juntar algunas palabras
introductorias, a la guisa de prefacio.
No
fue igualmente por tener recorridos comunes, ni generacionales (infelizmente
para el quincuagenario que sin apercibirme ya soy), ni profesionales (seguimos
ambos nuestras vidas, después del proficuo encuentro que tuvimos en la
Universidade Lusíada, siendo yo el profesor y Luís Norberto Lourenço el
alumno), ni tampoco político-partidarios (ya que, bien vistas las cosas, él
despertó para la militancia partidaria cuando yo de ella recién había salido, además,
por puertas diferentes). Asimismo, considero saber lo que originó que Luís
Norberto me invitara. Es algo casi indecible y que se resume en valores.
El
respeto por la vida y por las ideas, en primer lugar. Cualquier vida y
cualesquier idea, aún las ideas contrarias a nuestra forma de ver el Mundo,
serán siempre preferibles a la indigencia intelectual. Por eso convergimos en
el repudio de aquellos, falangistas o fascistas, que gritaban “¡viva la
muerte!” o decían sacar la pistola cuando les hablaban de cultura.
En
segundo lugar, la admiración por la verticalidad, que hace de las personas
seres humanos. En el fondo, el arrimo al retrato que ya Sá de Miranda hacia del
homem de um só rosto, de um só parecer,
de antes quebrar que torcer, aquel
que nunca tendrá lugar en la corte, en cualesquiera cortes, pero habrá un día
de morir en paz consigo mismo y compensado por, casi sin querer, hacer escuela, quiero decir, dejar
alguna buena memoria tras de sí.
De
valores se trata aquí, por tanto. De ser, más de lo que se tiene es de cuánto
se trata en las páginas de este libro. Su lectura constituye un grato
refrigerio en tiempos de banalidad, de falta de compromiso cívico. En tiempos
de abandono de consciencia o de su compra en dinero o especie, en este caso
sobre la forma de acciones caritativas, las cuales, por más urgente y sinceras
que sean (lo que ni siempre es el caso), están lejos de constituir la repuesta
radical que el Mundo de los Hombres requiere.
De valores se trata aun en tiempo de
indisciplina interior y de arrogancia sobre los otros y sobre el pasado. En
este particular y debido a su formación en Historia, Luís Norberto nos da a
conocer significativas enseñanzas: Se há
lição que a História nos ensina é a da não esquecer as lições do pasado,
nos dice a cierto paso, y una vez más queda este arqueólogo/historiador que
abajo firma reconfortado en sus idénticas convicciones.
Existe aún, además de todo lo que
queda dicho, una dimensión de los escritos de Luís Norberto Lourenço que
constituye un bien inestimable, una casi joya rara: su asumida militancia
política inteligente, partidariamente enganchada, pero intelectualmente
descomprometida. Nada más equívoco que proclamar principios, y valores, para
después no practicarlos o practicarlos sectariamente (el sectarismo ha sido
siempre y siempre será sinónimo de estupidez). No es en absoluto el caso del
autor, que no duda un segundo en poner la mano en la masa, en “tomar partido”,
haciéndolo con la postura del libre-pensador, lo estuvo en el origen de muchos movimientos de la ciudadanía
en siglos pasados, inclusive de aquello que en nuestro País llevó a vivir en res publica es decir, en República.
Por eso convergimos, al punto se me
dio el honor de hacer el prefacio de ésta obra. El autor es, confesada y
orgullosamente, el militante partidario socialista; yo soy el independiente,
pero de modo alguno el indiferente, alguien que un día se consideró comunista y
militó, con enorme convicción, en el respectivo partido histórico, donde salió
un día por divergencias más filosóficas que operacionales, sin nunca dejar
todavía de sentir ser esa su familia y que por lo mismo, nunca la cambio por
otra.
Vivimos ambos, pues, la vida por su
lado izquierdo, que es el lado del corazón. Defendemos ambos que la historia no
terminó y que nuevos mundos, más progresivos, más justos, en el fondo más humanos, surgirán.
Y estamos dispuestos ambos a trillar
nuevas vías, como abundantemente se documenta en la profusión de las propuestas
presentadas en estas páginas, aún ahí con grande identidad de pensamiento, dado
que ambos reconocemos que el futuro no será fácil, tal como escribí en uno de
mis textos de reflexión sobre las políticas del patrimonio cultural: Não será certamente fácil e cómoda a via
para a reformulação do pensamento da esquerda neste domínio (me refería a
las políticas de la cultura y del patrimonio cultural). Obligará a negar muchos
de las mañanas que cantan, teorías
científicas y verdades eternas que nos alimentarán en la juventud, cuando a
nuestra vuelta sólo observábamos hambre y represión. Así será, porque el mundo
cambió: la represión y el hambre son otras, aunque más sutiles; y nuestros
antiguos mañanas, son ya, ayeres. Parecerá aún una vía peligrosa, porque sugiere un camino estrecho, delimitado
por el cultivo conservador y pasadista de los grandes monumentos patrios y del otro por el vanguardismo
transcultural, contrario a las herencias culturales y defensor de contratos de
clase, más que de articulaciones nacionales. Admito que sea estrecho, de
facto, este camino, porque la izquierda pasó demasiado tiempo apática y sólo
repitió slogans. Sin embargo, aprender
con la experiencia y hacer camino,
caminando siempre fueron y serán
virtudes con tonalidades de izquierda.
*Luís Raposo
(Prefacio de “Manifestos
contra o medo: antologia de uma intervenção cívica”)
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