Breviario del sosiego/3*

Breviario del sosiego/3

III

No te tengas en mucho ni menosprecies las cosas pequeñas: sostenido de necedad resulta tal proceder.

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Sólo cuando creas de verdad te acordarás de Getsemaní y sabrás no irte por las ramas. Entonces un trozo de pan y unas gotas de vino alimentarán tu espíritu, protegiéndote de ofensas e iniquidades.

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Siempre quedan vestigios allí donde se levantó un altar para el amor.

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Ninguna seguridad es perfecta, pues cualquier situación adversa puede alterar tu templanza. Procura mantenerte firme aun cuando lluevan los elogios.

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Dispón sólo de una piedra en tu honda primitiva.

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Volar como búhos sobre la negrura de la noche. Tal el deseo de capturar albas que alarguen los cortos días de la existencia.

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No pongas escollos a tus sentimientos o imaginación, pero tampoco tengas urgencias al escribirlos. A la hora de publicarlos sé más lento aún.

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Defiende el legado de tus maestros y haz arder sus textos de menor provecho. Así evitarás diligentes exhumaciones para provecho de necrófilos.

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Santidad sólo la de quien sube al trono de la humildad y llega al amor de los Evangelios (al regazo de los desprotegidos), transpirando esperanzas en medio del fangal.

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¿No será que estamos ante un prolongado equívoco? ¿Y si es en vida como acaba la muerte?

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Cada instante que transcurre es ya el pasado que nos envuelve.

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Oirás crujidos de dientes cuando los envidiosos constaten que su ponzoña no paralizó tu corazón.

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Perdura la memoria de la infancia en todos los años que vive el hombre.

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Nada es imposible para las huestes del horror. Quienes detentan el poder absoluto enseñan los dientes de perro antes de desatar su huracán de crueldades.

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El poeta va recogiendo maravillas.

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Acógete siempre a la poco común sabiduría. Cierto que hay falsarios cuyos arrebatos aplaude la multitud, pero tú transita por el magma que remueven los sabios.

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El fanatismo religioso es una peligrosa pérdida de equilibrio emocional que -con saña- busca dañar otros muchos capiteles del barro humano.

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No me gustan los sepulcros blanqueados ni que me pongan lápidas encima.

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¿Es excesivo o insuficiente este girar de las agujas? La perfección del tiempo torna inútil detenerlas. Y es que tampoco sostienes ningún reloj en tus manos vacías.

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Podrás tener un millón de pensamientos pero sólo uno irrumpirá en tu corazón.

*Por: A. P. Alencart

Nota editorial:

Alfredo Pérez Alencart nasceu em Puerto Maldonado, Perú (1962). Poeta e ensaista peruano-espanhol. É desde 1987 profesor de Direito do Trabalho da Universidade de Salamanca e membro da "Academia Castellana y Leonesa de la Poesía".

Miguel Elías naceu em Alicante, Espanha (1963). Pintor e professor. É Licenciado e Doutor em Belas Artes pela Universidade de Salamanca.

Este texto, com a respectiva ilustração, foi originalmente publicado aqui.