Uniendo caminos*
Hoy, he conocido a mi alma gemela de
insomnio, ha llegado hasta mi cuando bebía la dosis de café vespertino,
acompañada de una lectura placentera, me ha preguntado si puede sentarse a la
mesa que estoy ocupando, y le he contestado con un, claro!.
Hemos platicado de cómo es que
vivimos el insomnio, lo que dicen nuestros amigos y familiares del mismo, lo
que pensamos nosotros y las conversaciones que de lso especialistas hemos
escuchado.
Estamos de acuerdo en que poco nos
convence el uso de medicamentos para tratar lo que es llamado por algunos
“problema” y comentamos que es preferible, tomar esa taza de café, que, aunque
llegue a cooperar para que aparezca nuestro amigo ya mencionado, cuando la
bebemos deja un exquisito sabor en los labios. Ya en confianza, respectivamente
declaramos que amamos y disfrutamos el placer que nos provoca el café, claro
acompañado de la lectura y sin más reímos a carcajadas como si nos conociéramos
de toda la vida.
Ah, pero no es todo, le he contado y
se ha sorprendido favorablemente al enterarse que me interesa esto de la
poesía, de que me intoxico con ella, de mañana, tarde o noche, sin importar
cómo vaya el día.
Claro, la sabiduría que marcan su
edad y su manera de expresarse es superior a la mía y me refiero a la sabiduría
que solo te puede dar la vida. Nos hemos despedido con un, mucho gusto y un,
que tengas buen día, fue ese fugaz momento en el que todo conspiró para guardar
una hermosa experiencia de vida.
*Por: Imelda Lizbeth Chávez Flores
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