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quinta-feira, dezembro 11, 2014

Uniendo caminos*


Hoy, he conocido a mi alma gemela de insomnio, ha llegado hasta mi cuando bebía la dosis de café vespertino, acompañada de una lectura placentera, me ha preguntado si puede sentarse a la mesa que estoy ocupando, y le he contestado con un, claro!.

Hemos platicado de cómo es que vivimos el insomnio, lo que dicen nuestros amigos y familiares del mismo, lo que pensamos nosotros y las conversaciones que de lso especialistas hemos escuchado.

Estamos de acuerdo en que poco nos convence el uso de medicamentos para tratar lo que es llamado por algunos “problema” y comentamos que es preferible, tomar esa taza de café, que, aunque llegue a cooperar para que aparezca nuestro amigo ya mencionado, cuando la bebemos deja un exquisito sabor en los labios. Ya en confianza, respectivamente declaramos que amamos y disfrutamos el placer que nos provoca el café, claro acompañado de la lectura y sin más reímos a carcajadas como si nos conociéramos de toda la vida.

Ah, pero no es todo, le he contado y se ha sorprendido favorablemente al enterarse que me interesa esto de la poesía, de que me intoxico con ella, de mañana, tarde o noche, sin importar cómo vaya el día.


Claro, la sabiduría que marcan su edad y su manera de expresarse es superior a la mía y me refiero a la sabiduría que solo te puede dar la vida. Nos hemos despedido con un, mucho gusto y un, que tengas buen día, fue ese fugaz momento en el que todo conspiró para guardar una hermosa experiencia de vida.


*Por: Imelda Lizbeth Chávez Flores

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